1. El silenciamiento femenino; una herramienta de acoso laboral.

Urbanas Mx
4 min readDec 12, 2020

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Escrito por Mirelle Granillo

Cuando supe por lo que estaba pasando, me sentí muy avergonzada y deprimida. Mi acoso venía en combo; acoso sexual laboral y después mobbing por mis compañeros de trabajo. Muchas veces pensé que era mi culpa y que estaba exagerando. No era así. El acoso laboral existe.

Esta es la primera historia de una serie que abordaré sobre algunas de las experiencias que hemos vivido yo y otras mujeres entorno a los diversos machismos en los ambientes laboral y académico. Si consideras que tu ciudad necesita espacios seguros de trabajo y que tu historia debe ser contada para ayudar o prevenir a otras mujeres escríbenos a: mxurbanas@gmail.com.

Cuando tenía 22 años, justo en los últimos semestres de la carrera de arquitectura, realicé mi servicio social en una dependencia de gobierno. En este lugar tuve un jefe mucho mayor que yo. Nunca supe con exactitud la edad que él tenía, pero por algunas pistas calculo que tenía más de 50.

Recuerdo que en ese entonces yo vivía con mi familia y hacía largos recorridos para llegar a la oficina. Mi ex jefe insistentemente me invitaba a salir y disfrazaba citas por reuniones de trabajo. Al principio y ajena a toda intimidación yo me negaba por las largas distancias que hacía a mi casa y porque las reuniones eran por la noche.

Sin pasar demasiado tiempo, mi ex jefe comenzó a hostigarme y a burlarse de mi diciéndome “niña”. Hacía comentarios sobre si tenía que pedirle permiso a mi mamá para poder salir… Yo me avergonzada de no sentirme independiente, como él, así que en las siguientes invitaciones aceptaba, aún con el miedo de regresar sola, de noche y en transporte público a casa.

Este hostigamiento fue tal que después él inventó varias formas para tenerme cerca. Después de aproximadamente un año de amenazas de despidos yo cedí y mantuvimos una relación. ¿Por qué la visión machista defiende el pensamiento de que la mujer está obligada a ceder cuando el hombre muestra interés en ella? ¿por qué las mujeres llegamos a apropiar ese pensamiento que nos subordina socialmente y nos hace objeto de propietario?

Esta historia seguro que no es tan lejana y ajena para otras mujeres, incluso supe que puede haber casos tan parecidos al mío que en el último análisis de denuncias ante el CEPCI (Comité de Ética de Prevención de Conflictos de Interés) en 2018 se registraron 211 casos de HAS (Hostigamiento y Acoso Sexual) en la administración pública. Se estima que hay 1.4 millones de mujeres que sufren de hostigamiento y acoso sexual en el trabajo; ¿aún sigues pensando que estás exagerando?

¿Por qué preferimos el silencio?

“Hillary Clinton en sus memorias, confesó que calló cuando, minutos antes de un debate en plena carrera por las elecciones presidenciales, Trump le insinúo comentarios sexuales. Sintió que el avance no era porque ella realmente le gustara, sino porque es una estrategia de los hombres para hacer sentir inferiores a las mujeres.” Mariana Marcaletti.

El acoso laboral es un tema muy delicado que no debiese estar normalizado pero también se debe señalar que éste es posible por otro factor igual de importante: el miedo. Este es un rasgo que muchas mujeres tenemos en común y compartimos. El miedo a vernos vulnerables, a ser criticadas, señaladas y sobre todo, culpables de nuestros propios males. El silencio es más seguro.

El hostigamiento y acoso sexual en el ámbito laboral se dan bajo un sistema de manipulación psicológica y se liga directamente con una desigualdad de poder invisibilizando a la mujer. Se ignoran sus opiniones, decisiones, pensamientos y mutan nuestras voces.

Este sesgo de desarrollo intelectual, social y profesional nos acompaña desde que somos pequeñas porque nos enseñan que en nuestra cultura, como ya he dicho, la mujer debe estar subordinada al rango de lo oculto, la no participación, a lo íntimo y lo privado, a ser cordiales con todos, a pesar de las intenciones que tengan hacia nosotras. Nos enseñan a no ser rebeldes, por que “las rebeldes se quedan solas, solteronas y nadie las quiere”. El silencio es más seguro.

Mi historia tiene un final y ha sido el que yo he querido darle. Pude romper con aquella relación que me oprimía cada día, incluso con el impacto que tuvo en mi vida personal y profesional el mobbing que experimenté en la oficina por parte de mis compañeros de trabajo a través de burlas, acoso, comentarios hirientes y la enorme apatía del director que conocía toda la historia y que decidió que el silencio era más seguro, incluso para él.

Hoy he decidido romper mi silencio y expresar lo que me consumió durante una etapa muy larga en mi formación como mujer y profesionista y hacerme valer como persona y como mujer.

Es urgente, no estamos exagerando. Necesitamos espacios seguros para laborar y estudiar, espacios libres de acoso sexual, de mobbing, de bullyng y machismo.

Me queda claro que no debemos callar. Cuando más quieran silenciarnos es cuando más hablaremos, participaremos y nos haremos presentes. Mientras más oprimas, más fuertes nos haremos y si por rebeldes nos exilian, juntas nos quedaremos.

Arte gráfico y corrección de estilo: Citlalli Rivera
Aportaciones y corrección de estilo: Sheila Espinosa

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Colectivo de urbanismo con perspectiva de género. Difusión de experiencias, teoría y estrategias para la autogestión de proyectos urbanos. https://linktr.ee/urb

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