La bicicleta como herramienta de autonomía para mujeres en la ciudad

Urbanas Mx
8 min readOct 7, 2020

Por Citlalli Rivera

El tema del transporte siempre ha sido y es, algo que te hace tomar decisiones todos los días. Las mujeres siempre evaluamos: tiempo, seguridad, hora de regreso, si vas sola o en compañía y el estado de ánimo para esta decisión. Y, dependiendo del transporte elegido, teniendo trayecto y horarios dibujados en nuestras mentes, entonces viene: ¿Cómo vestirse? No vayamos a “provocar” a algún agresor. Incluso cuando decidimos no tomar esto en cuenta y vestirnos a nuestro antojo, salimos sabiendo que vestimos una postura política; un reclamo al espacio público.

Llevo ya más de 6 años disfrutando una vida autónoma en la ciudad, rento un departamento en donde vivo con mi hijo. Amo la Ciudad de México, la proximidad de los servicios, equipamiento, monumentos históricos, la vitalidad en las calles y espacios de entretenimiento en general, son más que atractivos pensando en calidad de vida. Esto comparado con lo que vivía en el Estado de México; una red de transporte público que se informa de boca en boca, cara, decadente e insegura, haciendo que la forma de transporte más cómoda sea la del automóvil, aún con el tráfico y constantes inundaciones en épocas de lluvia.

Históricamente la bicicleta ha sido incluso un símbolo de liberación femenina. Desde su primer diseño hace aproximadamente 200 años, se basó únicamente para el uso de los hombres, las mujeres debían montarlo de lado, como montaban a caballo, pues era mal visto si abrían las piernas para montar. Se convirtió en una acción llena de tabúes. Desde el pensar que se llegaban a orgasmos si se montaba igual a los hombres, los fines con los que se usaba, ya que desde un principio para la mujer más que un juego, era una ventana a un medio de transporte que brindaba autonomía. (Eva, 2020)

Seguridad y Autonomía

Las ciudades hasta la fecha han sido construidas con una visión patriarcal, predominante desde la industrialización, como consecuencia encontramos una dicotomía en donde el espacio público es Masculino (diseñado para eficiencia de traslados productivos) y el privado Femenino (diseñado para labores de cuidado) (Muxí, Casanovas, Ciocoleto, Fonseca, & Gutiérrez, 2011).

Es necesario romper con estos ciclos, generando vitalidad, autonomía y accesibilidad en los espacios públicos con la finalidad de poder ser apropiados por toda la diversidad de personas que la habitamos, y todas las formas de habitar, es decir, labores productivas, de cuidado, de autocuidado (ocio y disfrute) y comunitarias. “Cuando no se considera la necesidad de autonomía de las personas, se crean espacios que no propician confianza por no ser accesibles para personas con diversidad funcional” (Ciocoletto, 2014).

Uno de los factores que afectan la autonomía en las ciudades es la percepción de inseguridad, así como la falta de recursos económicos.

Cabe desacatar que, en cuanto a seguridad, otro de los factores que frenan nuestra autonomía como mujeres es el acoso. En lo personal he tenido varias experiencias de acoso en transporte público, hoy solo mencionare la primera que recuerdo por anécdota, ya que aseguro que todas podríamos escribir cuartillas y cuartillas al respecto.

Recuerdo tener 10 años aproximadamente, cuando un señor aprovecho la cantidad de personas en el metro para meter su mano a mi entrepierna de una estación a otra, un viaje que hice con mi madre y a la que solo le pude pedir salir del vagón, agradezco que mi madre hasta la fecha me escucha, pero tuve demasiada pena y no pude decirle porque, ella solo me saco del metro y pidió un taxi a casa al ver mi cara de terror y confusión.

De esta y varias experiencias, decidí probar la bicicleta, pues ya contaba con los privilegios de proximidad. Ha sido todo un proceso en el que primero luchas con los comentarios ajenos y propios, de, “es muy peligroso”, “la ciudad no está hecha aún para un trayecto seguro en bici”, y, ¿adivinen qué? tampoco para el automóvil. Se sorprenderían de ver lo mucho que reduces tiempos comparado con el automóvil o transporte público, incluso en trayectos largos (10 km puedes cruzar de norte a sur en 40 min sin problema).

El uso de la bicicleta como medio de transporte ha sido una buena solución para muchos por temas de ahorro económico, cuidado del ambiente, evitar tráfico e incluso temas de autocuidado. Esto para las personas que la distancia entre casa y trabajo lo permita.

En un principio, utilicé la bicicleta únicamente como transporte al trabajo, desde el inicio pude ver las ventajas, un trayecto bastante corto, en donde la bicicleta era la opción más rápida y descubrí que también segura. A varios de mis compañeros de oficina los asaltaron fueran de auto o en la combi, primer punto a favor que conocí.

Traslados de acuerdo a género. La bicicleta en la red cotidiana

Siguiente ventaja y la que me ha hecho disfrutar aún más mi medio de transporte, fue poder llevar a mi hijo a una escuela a dos kilómetros de distancia en solo 15 min, mi red barrial se expandió, a más posibilidades de disfrute y oferta de calidad, no solo en educación, sino en servicios, equipamiento y entretenimiento.

Con estos ejemplos y recorridos pude empezar a conocer las ventajas de esta herramienta en mis traslados dentro de mi red cotidiana, y al ligarlos a género o por las labores de cuidado que en su mayoría nosotras realizamos, noto grandes posibilidades en el fomento de una red barrial ciclista para impulsar la autonomía en las mujeres:

“Debido a la realización de viajes de cuidado, además de los viajes que realizan con otros motivos (educación, trabajo…), las mujeres suelen llevar a cabo múltiples viajes de distancias cortas, o bien, un viaje con varias paradas, conocidos como viajes encadenados. En contraste, los hombres hacen menos viajes, pero recorren mayores distancias, llamados viajes pendulares” (Secretaría de Movilidad, 2019).

Debo comentar también los trayectos en bici con mi hijo en el asiento trasero, los empecé hace 4 años, al inicio los hacia mi ex pareja, ya que el miedo no me permitía sentirme segura, miedo a caerme y también por las miradas y comentarios llenos de prejuicios de personas en general, al ver una mujer joven “batallando” y “exponiendo” a su hijo, aun estando él con casco y la bici ya adaptada para su comodidad y seguridad.

Fue hasta mi separación con esa pareja que decidí hacer yo ese trayecto, y si, fue revelador y empoderante. Logre sentir completa autonomía, podía dejar a mi hijo en la escuela, salir a trabajar, pasar por él, hacer compras, ir con amigos y todo sin pedir ayuda, ni económica, ni para estacionarme, ni al guardia de la estación. Era yo, mi familia, mi bici y la ciudad a disposición y con mayores posibilidades.

Ahora mi hijo es más grande, él también cuenta con bicicleta y le he enseñado a usarla no solo de manera lúdica, sino como trasporte y disfrute de la ciudad. Para mí es muy gratificante ver como esta autonomía y respeto por la ciudad, el ambiente y autocuidado, para él se ha vuelto normalizada.

Voy por las calles consciente y orgullosa de que, si me subo a la bici en vestido, con mi hijo en los diablitos, con mi hijo en su bici a un lado de mí, ambos ocupando un carril completo, es un reclamo a mi derecho a la ciudad, me complace ver cada vez más redes de ciclovías, y el aumento en el uso de este medio transporte, actualmente mucho de esto debido a las medidas por pandemia.

Conclusiones URBANAS mx

Exijo una ciudad segura para las ciclistas, educación vial para el respeto a este medio de transporte e invito, aunque sé que ya somos muchas, a más mujeres, madres, adultas mayores a salir y reclamar el espacio público, a no depender de nadie que nos lleve o nos regrese, a disfrutar nuestra ciudad, porque les prometo, es treinta veces más amigable cuando tienes la autonomía que la bicicleta te brinda.

Aceptar a los ciclistas no es dejarles de tocar el claxon, dejar de gritarles o aventarles carro. Necesitamos carriles exclusivos, no solo en vías rápidas (pues esto es patriarcalizar la actividad), también al interior de los barrios. Pensar en trayectos largos es negar la vida barrial, y esta vitalidad al interior del barrio siendo generada en su mayor parte por mujeres, se convertiría automáticamente en una invitación a esta autonomía y seguridad.

Recordemos y se ha retomado aún más por pandemia, que es necesario poder vivir en núcleos barriales con todos los servicios, esto genera arraigo, comunidad, ciudadanía, pues entonces es necesario promover estas dinámicas con el diseño del espacio público.

Biciestacionamientos en los mercados, supermercados, equipamientos, escuelas en todos los niveles educativos. Bahías en primarias y kinders para las madres y padres que llevemos a los niños en este medio (evitando las segundas filas en horarios de entrada y salida escolar). Esto se leería como una invitación a esta práctica a mujeres, padres, niños y jóvenes (quienes hacemos más trayectos en nuestra red cotidiana) pues la ciudad nos brindaría seguridad. Una invitación, no solo a salud, a autonomía, a confianza en el ciudadano, al cuidado del ambiente, al autocuidado.

La Ciudad de México en movilidad empieza a mostrar este mensaje, aún falta mucho, y en otros estados del país falta más, todavía me es impensable estos trayectos en la red barrial de Barrientos, Tlalnepantla donde crecí, es el caso de muchos estados y colonias. No hay permeabilidad para el ciclismo urbano, no se han implementado equipamientos que fomenten esta vida barrial por núcleos, por distancias entre equipamientos, por la disposición de las calles y principalmente por un diseño que privilegia al automóvil, aun siendo la mayoría de la población la que carece de este privilegio.

Arte gráfico: Citlalli Rivera
Aportes bibliográficos: Sheila Espinosa
Corrección de estilo: Mirelle Granillo

Bibliografía

Ciocoletto, A. (2014). Espacios para la vida cotidiana. Auditoria de Calidad Urbana con pespectiva de Género. Barcelona: Comanegra.

Eva, L. C. (03 de junio de 2020). lasillarota.com. Obtenido de lasillarota.com: https://lasillarota.com/amp/lacaderadeeva/la-bicicleta-un-simbolo-de-la-liberacion-femenina-feminismo-bicicletas/334044?__twitter_impression=true&fbclid=IwAR2mXAXCCSadG5LnXfrzBhmZKR0Vi8HPIgI7nIWTwgwq6b5PVRJJPCUCTMo

Muxí, Z., Casanovas, R., Ciocoleto, A., Fonseca, M., & Gutiérrez, B. (2011). ¿QUÉ ApORTA LA pERSpECTIVA DE GÉNERO AL URBANISMO? En M. Gutiérrez, La arquitectura y el urbanismo con perspectiva de género (págs. 105–116). Barcelona: Feminismo/s.

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